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José María Callejas Berdonés

¿El actual rey de Francia es calvo? Poemas, imágenes, prosas y panfletos. Rafael Guardiola Iranzo.

Les recomiendo la lectura de este libro de Rafael Guardiola Iranzo, al que conocí en persona, el 25 de noviembre de 2022, en la presentación del Monográfico de la Revista Alfa, Nº 37;(enero-diciembre 2021). Monográfico dedicado al filósofo Javier Muguerza en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid, con el que comparto una amistad virtual desde hace unos años, pues nos une una experiencia educativa como profesores de Filosofía de instituto. El lúcido prólogo de Tomás García Mojonero, editor de la Revista Café Montaigne -al que también conocí ese día entrañable y tuvo la amabilidad de publicar varias entradas de nuestro blog QuijoTeduca-, y la presentación del propio Rafael iluminan al lector, sobradamente, de su contenido para acercar la filosofía de las aulas a las calles de la vida. En Café Montaigne se ha publicado una reseña de Javier Sádaba, profesor de Ética de Rafael cuando hizo la carrera de Filosofía en la Universidad Autónoma de Madrid. A Javier Sádaba le conocí personalmente a comienzos de los años 80, ya que le invité, como Coordinador del Seminario Didáctico Permanente de Filosofía en el Colegio de Doctores y Licenciados de Madrid, a dar una conferencia sobre "La enseñanza de la Ética", cuya cinta magnetofónica conservo como un bello recuerdo de mis años de formación filosófica.

Rafael escribe en su presentación: <El poeta romano Quinto Horacio Flaco, el sabio centauro Quirón, el poeta-filósofo malagueño Ibn Gabirol y el filósofo francés Henri Bergson me han prestado sus mejores ollas y sartenes con el fin de contener estos materiales más nutritivos y germinales que el "ápeiron" de Anaximandro>. Por cierto, a Rafael Guardiola que conoce bien la filosofía de la ciencia -como veremos más adelante-, le gustaría el libro de Carlo Rovelli: "El nacimiento del pensamiento científico. Anaximandro de Mileto". <También -prosigue Rafael- me siento en deuda con María Zambrano, la filósofa de Vélez-Málaga, quien tuvo la osadía de proclamar que podemos encontrar en la poesía la respuesta a las preguntas que atormentan y han atormentado a los filósofos de todos los tiempos y géneros imaginables. Este libro, es, pues, como continente de preguntas y respuestas, y muy lejos de los miopes libros de autoayuda, heredero de esos textos pretenciosos que se titulan o persiguen "El porqué de las cosas" (como lo hacía un álbum de cromos de mi infancia), aunque en mi caso el resultado, aplicado a cuestiones importantes de la vida, deje mucho que desear>. Rafael Guardiola consigue llevar a los lectores a su bella poética de la vida; con él coincido en la deuda filosófica con la escritora malagueña y orgullo de nuestras Letras, María Zambrano, en mi propia cosmovisión del mundo y de la persona.


Rafael Guardiola, tras reconocer su <vocación libertina y libertaria> (esto me recuerda a una pintada que aparecía en los años 90 en el entorno de mi Instituto IES Las Rozas I: "Las Rozas zona libertaria"), nos muestra <su preocupación por la salvación del lector-espectador con el sano propósito de que sea capaz de nadar en un mar de sufrimiento sin tragar agua, como le gustaba decir al Lama Gangchen Tulku Rinpoche, sabio tibetano al que conocí en Almería y del que tantas cosas he aprendido>. Bueno, si sabemos nadar, procuraremos no tragar agua... Rafael alude a <la liberación del egoísmo>, como apunta Schopenhauer, <mal de males junto con el imperio de la estupidez> (…) <Mi apuesta en este libro por la poesía, los relatos breves, el dibujo y la pintura dan testimonio de lo dicho. Aquí están esbozadas mis respuestas en materia de arte y compromiso solidario. Más también tiene cabida "lo místico" que se encierra y manifiesta -pues pugna por hacerse presente- en el amor y el sexo>. El libro es un festival de gratas sorpresas para los lectores.


Un aviso para navegantes del propio autor: <Este libro, como tantos otros, comienza la casa por el tejado. Por este motivo, el enigma que formula su título sobre el tiempo, la monarquía francesa y la alopecia no se aborda hasta su parte final...>. Tal vez sea más difícil "adivinarlo" que el famoso enigma de la Esfinge que descifrara Edipo, el personaje mítico de la tragedia griega. Para una persona de un extraordinario sentido del humor como Rafael Guardiola: <Las preguntas que se esbozan en forma de aforismos en la tercera parte contratante... -alude a Groucho Marx-, se ponen a los píes del lector desde la posición del escepticismo moderado, reivindicando las virtudes de la ciencia lógica, la pasión por el arte y la literatura, la relevancia de la educación -a la que he dedicado oficialmente treinta y seis años, cuatro meses y cinco días, fingiendo ser un profesor de Filosofía- y la vanidad de la existencia humana. Aquí uso y abuso, como engrudo discursivo, de la distinción entre tensión y elasticidad que aplicara el filósofo francés Henri Bergson a su análisis de la risa, fruto de comicidad>. Rafael Guardiola Iranzo hace gala de su ironía -que encierra una oculta sabiduría-, y hace sonreír a los lectores a lo largo de su obra. Adjuntamos el índice del libro.

La mayoría de los artículos están publicados en Revistas electrónicas, Café Montaigne, HomoNoSapiens y La Garbía de Marbella, además del periódico de Málaga, El Mirador de Churriana. Casi todos los poemas del libro van ilustrados con un dibujo o imagen, guache, lápiz, carboncillo y pastel sobre papel o en acrílico sobre lienzo, incluye dibujos de su hijo Hermes y un comentario que invita a pensar en la vida, a vivirla e imaginarla, tanto en los otros como en nosotros mismos. Alguno de ellos, como <La piel del mar>, deprenden un "olor penetrante" en nuestra imaginación (ya decía Nietzsche que la filosofía es cuestión de olfato), y al hilo de esa prosa poética de la fusión de la imagen y la palabra destila en el lector una forma de empatía secreta que trasluce la belleza del arte, nuestros cinco los sentidos se activan página a página y, de momento, caemos en la cuenta que se hace filosofía no sólo con el alma, sino con el cuerpo. Veamos tres ejemplos, <La montaña de fuego>, un canto a la belleza encabezado por un precioso texto del filósofo-poeta F. Schiller. (Revista Café Montaigne, 17-5-2019). El poema, <El encuentro>, es un canto al amor con el símbolo del abrazo que embauca al lector a rememorar su baúl de los recuerdos. A mí me recordó el abrazo a mi nieto Pablo al recibirle en el aeropuerto. Es una forma de filosofar al ritmo de la vida, en el Mediterráneo esa forma de filosofar es indisoluble de la belleza del arte: una escuela de sabiduría que Rafael pinta con maestría. La imagen de la, <La vía de la verdad>, (¿Parménides y Platón?), alude a la vía de la razón (logos) del mundo inteligible y a la vía de los sentidos (doxa) del mundo sensible, ambas se encuentran con el error que está en el camino de la verdad. Cuando el error se descubre desaparece y se reabsorbe en el horizonte de la inalcanzable Verdad. Esto no trae a la memoria los Proverbios y Cantares de Antonio Machado dedicados a Ortega y Gasset: <“¿Tu verdad? No, la Verdad, // y ven conmigo a buscarla. // La tuya, guárdatela>. ¡Qué actualidad tiene decir y buscar la verdad!

En un fragmento lleno de ternura de, <La montaña de fuego>, nos dice Rafael: <¿Hemos llegado, papá? ¡Dímelo papá! // ¿Hemos llegado, por fin, a la montaña de fuego? // Me dijiste que por aquí pasaron los Reyes Magos // con el frío del invierno y su ocre procesión de camellos, // cerca de la verja de la fábrica y del olor del cemento. // ¿No habrán dejado ahora algún regalo para mí? // ¡Ni siquiera las arrugas del delantal de la abuela!>. En <Tierra>, aparecen de nuevo los seres queridos: los abuelos y la tía Carmen. Es de agradecer las notas biográficas en un libro que trata de compartir la experiencia de la vida buena en la que juega un papel decisivo la filosofía. Con el tiempo descubrimos que nuestro camino hacia la sabiduría parte de nuestra familia, como muestra su poema <Álbum de fotos> que, además de recordar las manos creativas de su padre aludido en el prólogo, recuerda el clima de armonía que vivió en su infancia, "mientras mi madre canta y toca el piano". No en vano, el poeta Federico García Lorca decía que su obra era fruto de su infancia. Bellísimo recuerdo le dedica a su abuela Araceli en: <Una muñeca de porcelana>. Rafael esculpe con la palabra los llantos de los refugiados que aparecen en nuestro continente sin olvidar el desafío ético que para nosotros supone este mundo global. Ni de los pensamientos interiores que brotan en nosotros en los tiempos de insomnio. Es la presencia del "otro" en nuestra vida cotidiana. Escribe, junto a la imagen El otro, en <Apenas, sin embargo>: <Nada está en mí, ni siquiera el humo habito // sin la presencia del otro, sin caminar a tu lado, // rozando el perfume de los almendros // y apartando la hojarasca con paso firme, // lejos del calor de los corazones helados. // Nada está en mí, y sin embargo amo al otro // como el oxígeno y a la rojizas nubes de otoño>. Café de Montaigne, 1-5-2018.

En <Silencio>, con la metáfora del gallo cabrón, aparecen ya los filósofos, el primero Ludwig Wittgenstein, con las míticas palabras de su última proposición del "Tractatus logíco-philosophicus": <De lo que no se puede hablar; mejor es callarse>. Frase de la que podríamos hablar mucho... Sale a escena Platón y sus ladillas (al parecer murió de una infección de estos piojos púbicos), y acusa al gallo cabrón de ser un "violador de gallinas" en el culmen de la ironía, algo que suscita en el lector a pensar en la importancia del silencio en la vida. En, <¿El fuego de Heráclito?>, vemos un poema ardiente de amor en las cambiantes aguas del río del filósofo del "nada es, todo cambia". No se queda atrás, en el "ars amandi", su sensual poema: <Cosquillas>. Al pasar página nos encontramos con <La sonrisa varada>, en la que Rafael Guardiola "convertido en un monstruoso jubilado", entre burlas y veras, intercala el Ars amandi de Ovidio y las preguntas de Kant: ¿qué puedo conocer?, ¿qué debo hacer?, ¿qué me cabe esperar?; de tal modo que, cuando te quieres dar cuenta ya estas metido en la reflexión filosófica de la vida cotidiana que es como empezó Sócrates. Rafael menciona "su nariz de payaso", que tantas veces lleva puesta, al relatar un diálogo con misterioso androide; esa nariz roja me recuerda a la que llevaba mi hija menor Marta en una función teatral infantil en el auditorio Alfredo Kraus de Majadahonda, en el escenario de manera imprevista se le cayó la nariz al suelo, con toda naturalidad se acercó a ella y dijo en voz alta: ¡esta nariz se quiere jubilar! Con la misma naturalidad que el androide a Rafael le hace <entrega de un poema estupefaciente, sólo apto para jubilados noveles, dijo. Es de Sir Henry Spencer Ashbee, un magnate del comercio ultramarino británico del siglo XIX, coleccionista de ediciones raras del Quijote>. Como comprenderán ustedes esta entrada del blog de "QuijotEduca" no puede eludir una cita de Don Quijote que aparece donde uno menos lo espera, como si todos los españoles lo lleváramos dentro. En todos los relatos nos sorprende Rafael Guardiola, cuando no es con un pintor, es un músico, un poeta o un personaje de la mitología, clásico o contemporáneo al son del lenguaje de las cosas de cada día, lo cual tiene mucho mérito, pues se necesitan muchas horas de pensar y escribir con espontaneidad lo que nos pasa no sólo por el cuerpo, sino por el "hondón del alma" que decía Unamuno.


En los múltiples y geniales aforismos de Rafael Guardiola destaco este del poema, <El sueño azul de Artemidoro>, (Café Montaigne, 23/XI/2020): <El más dorado de los sueños azules se viste de la cabeza a los pies con la regia piel de una mujer. Una mujer placentera, dormida en los brazos firmes del deseo que brota majestuoso en las ramas de los árboles frutales más perfumados>. Es increíble la creatividad de Rafael para sacar a paseo el sueño dogmático de Kant (el peor de los sueños), a Buster Keaton corriendo con Aquiles tras la tortuga de Zenón, a Charlot, Ulises, Rousseau o <la cárcel de Segismundo, con las ventanas cerradas y el fálico ojo rasgado por la cuchilla. Me he dormido esperanzado y he sentido compasión de Segismundo". Poco se imagina Calderón que su obra, "La vida es sueño", iba a dar para tanto, pero tanto mejor para los lectores. Y nos dice que, en <Preguntas y respuestas>: <Descartes tiene miedo a resfriarse con las preguntas de la reina Cristina de Suecia. Pues el concepto es más frío e insaciable que el invierno de Estocolmo. El método necesita tener una estufa cerca (no sólo de curiosidad se alimenta) y salir airoso de la duermevela. Y, en definitiva, es la duda la que queda, la pregunta interminable que seduce y asedia>. Me viene a la memoria emocional la bella sentencia del poeta granaíno y Premio Cervantes 1982, Luis Rosales: "La pregunta es inextinguible por lo que tiene de esperanza". Así son las preguntas vitales de Rafael Guardiola. Imágenes en Madrid con Carmen su esposa (a la que dedica el libro, lo cual es muy significativo de su valía personal), Rafael y yo.

El epílogo del libro es denso filosóficamente hablando. En <Tensión y elasticidad>, parte de una anécdota familiar contada por su padre como director de un coro que provoca la risa del lector y nos recuerda que Montaigne, en sus famosos Ensayos, advierte al lector <que él mismo es materia de su libro... Por otra parte, como se puede colegir de la comparación que Montaigne hace de la filosofía con la poesía, aquella es concebida como una auténtica obra de arte>. Cita una obra de Henri Bergson, La risa. Ensayo sobre la significación de lo cómico; y añade Rafael: <Curiosamente, el padre de Bergson era compositor, como mi padre, y se llamaba Michael. Para Bergson, lo cómico es un fenómeno específicamente humano y la risa, provocada por la comicidad, un fenómeno psicofísico dotado de indudable utilidad social>. Y nombra a un representante clave del Formalismo Ruso (escuela de crítica literaria y análisis del lenguaje poético), Viktor Shklovski (1893-1984): <que permite asociar al lenguaje artístico la ruptura de la tensión provocada por la rigidez mecánica, lo que tiene incluso efectos terapéuticos...la literatura se concibe como una representación de la realidad, y el material se sitúa en la esfera de la realidad que se incorpora a la literatura, es decir, el mundo extramental, los hechos ideas y emociones>. Otra lección para mí de estética literaria. Trae a colación un texto del filósofo Valeriano Bozal y el placer de la lectura, cosa que no se pierde nunca con la escritura de Rafael, y nos confiesa que: <Huyo de la filosofía "ostentosa y charlatana", y me acerco de buen grado al pensamiento accesible a los niños y que se muestra jovial y travieso -o tal vez por ello- cura los males del alma, como quería Epicuro de Samos, a la filosofía como obra de arte que hunde sus raíces en la razón y la lucidez>. Perdóneme el lector otro inciso personal, me viene a la mente una imagen de mi nieta Sofía de dos años en una librería, mientras recomendaba a mi hijo mayor Borja leer la Ética a Nicómaco de Aristóteles, sentada a nuestros pies ojeando un libro: ¡Sobre la felicitat, de Epicur!

Magistral es el artículo <Mito y educación>, Revista Alfa de la Asociación Andaluza de Filosofía (nº30-31; 2012). Me ha encantado la armonía científico-literaria de la propuesta didáctica a partir de la filosofía de la ciencia de Feyerabend, no conocía ese enfoque del mito con la ciencia: <Una sociedad libre es "una sociedad en la que todas las tradiciones tienen iguales derechos e igual posibilidad de acceso a la educación a otras posiciones de poder, a todas las tradiciones... El programa pedagógico feyerabendiano pretende "fortalecer las mentes" de la juventud contra cualquier aceptación fácil y acrítica de los punto de vista totalizadores, fomentando así, un "sano relativismo"... Se necesita una educación "que no haga a la gente contraria y adversa a las propuestas, incapacitándola para dedicarse a la elaboración de cualquier punto de vista único... El autor de Agaisnt Method -Contra el método- es un firme partidario y propagandista de la libertad de elección, y no oculta sus simpatías por el desenfadado, el humor y hasta al frivolidad dadaísta>. Guardiola resalta: "Queremos liberar a los demás -escribe Feyerabend- para que puedan sonreír". El humor como ingrediente de "las más arduas tareas críticas y constructivas". Una regla pedagógica que no falla con adolescentes, se lo aseguro desde mi experiencia docente. <La propuesta pedagógica de Feyerabend parece capaz de despertar más que una ponderada actitud crítica capaz de permitir al alumnado de Secundaria participar conscientemente de la cultura de la sociedad a que pertenece>. Alude a la idea de Kant: "no se aprende filosofía, sólo se aprende a filosofar", aunque el filósofo Xavier Zubiri la supera: "resulta absolutamente cierto que sólo se aprende filosofía poniéndose a filosofar>. Rafael destaca de Feyerabend que: <No es de extrañar que recomiende a los profesionales, adoptar los nuevos recursos y técnicas de elaboración fílmicas para desarrollar y presentar sus ideas>. Una práctica habitual de muchos profesores de instituto. Prosigue Rafael: <El teatro de Brecht -escribe Feyerabend- era un intento de crear una nueva forma de vida. El no tuvo éxito por completo. Yo sugiero intentarlo con el cine>. En la década de los 80 -trabajé el teatro en el aula- y llevé a los alumnos al teatro, por ejemplo, la obra, "Un hombre es un hombre", de Bertolt Brecht fue un éxito. También José Luis Rozalén, catedrático de filosofía en el IES "San Juan Bautista" (Madrid), montó la obra "Galileo Galilei" de Brecht con sus alumnos. Genial el artículo de Rafael que da título al libro, <¿El actual rey de Francia es calvo?>. Les he dejado una pista sobre el enigma y prefiero que lo lean: ¡se sorprenderán de la lógica de la respuesta! Lo único que le discutiría a Rafael es la interpretación de la "educación en valores".


<¿Argumentando se entiende la gente?>, este artículo nos envía el mensaje en el título. Escribe Rafael: <Pienso, como una multitud de filósofos, que las distinciones humanas relevantes no son maniqueas, sino "graduales", encierran una complejidad y una incertidumbres mayores a las que proponen las ciencias formales (aunque se trate de lógicas polivalente y probabilísticas)>. Prosigue: <Los argumentos se revelan como un medio útil para tres funciones: la indagación (para buscar opiniones más fuertes y sólidas con el fin de llegar a una conclusión propia); la explicación y la defensa de dichas conclusiones ofreciendo razones y pruebas; y la defensa argumentada de las conclusiones explota dichas funciones y no se limitar a transcribir opiniones propias o ajenas>. Todo ello nos lleva a descubrir a fondo nuestra identidad personal, sin duda que, quien decida leer este libro encontrará algo nuevo sobre sí mismo. <¿Tenemos los humanos una perversa propensión hacia las falacias?>, otro espléndido y ejemplar artículo que se convierte en una diáfana clase de lógica, si lo hubiera leído antes, lo habría trabajado con los alumnos de primero de bachillerato. Ya dijo Schopenhauer que "la gramática es a la lógica lo que el vestido al cuerpo". Menudo desfile de filósofos mediante lúcidos ejemplos: Aristóteles, Locke, Stuart Mill, Weber o Einstein. Rafael se pregunta: <¿tenemos los humanos una perversa propensión hacia el engaño deliberado? Y siguiendo el hilo argumental de mis artículos anteriores: ¿tienen las falacias un valor adaptativo para nuestra especie? ¿Para qué nos sirve la verdad? No es vano, y los Sofistas se ganaban la vida en el Siglo V a. de C. con sus argumentos falaces y persuasivos>. Muchas tertulias de radios y televisiones variopintas siguen a la sofística, y en las redes sociales mil barbaridades se escriben, sin embargo, apostamos por la multitud de personas ejemplares de la sociedad civil. Genial la cita que hace del mexicano César Millán (encantador de perros de la televisión): "Las personas son los únicos animales que eligen a líderes mentirosos">. Otra frase cierta de "indignante actualidad".


<¿Empédocles usaba sandalias?> Original reflexión de Rafael sobre el "fin de la vida": <Brecht nos cuenta en su poema "La sandalia de Empédocles" (Poemas y canciones,3), que este eminente filósofo, médico, poeta y político, al llegar a la vejez, y habiendo recibido generosamente los honores de sus conciudadanos, decidió poner fin a su vida, voluntariamente, arrojándose al cráter del volcán Etna, tras una excursión con admiradores y amigos. Apartado del grupo el anciano se despejó lentamente de la sandalia y la arrojó unos pasos atrás, con objeto de que no fuese encontrada demasiado pronto>. Concluye Rafael que "la filosofía tiene mucho que ver con el arte de vivir". Sin duda, que la la filosofía es fundamental para encontrar el sentido de la vida. Y pone otro bello ejemplo de la tragedia inacabada, "La muerte de Empédocles", de F. Hörderlin. <Para el escéptico Montaigne, filosofar es aprender a vivir haciendo uso de la razón y la lucidez, algo que "gusta y cura al mismo tiempo". Se trata de "amar lo verdadero, aun en su ausencia", y todo ello, "por amor propio". En esto coinciden Montaigne y Sócrates, y toman distancias ambos tanto de los crédulos de la casa en llamas como de la sofística más irreverente... ¿La filosofía nos enseña realmente a vivir o es mera egolatría?>. Otra lúcida reflexión de Rafael, <¿Es realmente útil lo inútil?>, comienza con la referencia a Bertrand Russel quien: <hizo gala, durante toda su vida, de la excelencia de los tres motivos por los que el gran científico y filósofo británico afirmaba que merecía la pena vivir: la búsqueda de la verdad y el conocimiento, del amor y la solidaridad con los que sufren>. Y añade Rafael: <Mi madre "pecaba", como cuando tocaba el piano, en pos de la utilidad de lo inútil, esa feliz expresión con la que el filósofo italiano contemporáneo Nuccio Ordine bautizara su celebrado "Manifiesto" a favor de la urgente resurrección del espíritu de la "dignitas hominis">. Recomiendo la edición de Acantilado de la obra de Ordine, "La utilidad de lo inútil", que incluye un ensayo de Abraham Flexner: "La utilidad de los conocimientos inútiles".

En el libro de Rafael Guardiola Iranzo, como en el famoso cuadro "La Escuela de Atenas" de Rafael Sanzio, aparecen no sólo el selecto elenco de filósofos clásicos, sino muchos filósofos de la Historia de la Filosofía. Artistas y escritores de todos los tiempos con múltiples puntos de vista que enriquecen la visión del mundo de los lectores. Por ejemplo, en los artículos finales hablan el filósofo Félix Duque o H. Marcuse sobre las utopías sociales y tecnocientíficas que nos llevan al fin de la historia; pasando por Marx y su Tesis sobre Feuerbach: <Los filósofos no han hecho más interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo>. Creo que quien mejor ha traducido esta tesis es el filósofo marxista de la esperanza, Ernst Bloch: <Hasta ahora, los filósofos no han hecho más que interpretar el mundo; pero, además, hay que transformarlo>, citado en la obra <E. Bloch. ¿Un futuro sin Dios?>, de M. Ureña Pastor. Y añade Rafael: <Aunque parece improbable que Platón, Tomás Moro, Campanella, Francis Bacon, Butler, Cabet, W. Moris y H. G. Wells y tantos otros pensaran que podrían ver encarnados en el todo social sus ideales de perfección>. Éste último Wells influyó en el dramaturgo Antonio Buero Vallejo, autor sobre el que hice mi tesis doctoral en la Universidad Complutense, un referente ético del teatro social. El papel de la filosofía en el grave problema del suicidio que aumenta en la sociedad española (sin olvidar la nefasta pandemia del COVID), y el necesario cambio de paradigma político actual, cita a Fernando Savater que nos urge a crear "otra cultura política". Yo diría que hace falta renovar el espíritu de diálogo desde la ética política que busque el bien común de la sociedad. Finaliza con un bello ejemplo de <Un hombre de paz>, el poeta bilbaíno Blas de Otero que, el mismo año que yo nací, escribió: <en1951 estos rotundos versos, tal vez, siguiendo el rumbo trazado por Platón en Atenas: <Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre // al que amó, vivió, murió por dentro // y un buen día bajo a la calle: entonces // comprendió y rompió todos los versos>. Gracias Rafael por tu obra, pero no rompas tus versos.

José María Callejas Berdonés. Profesor emérito de Filosofía.

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