Crónica de la exposición sobre la vida y obra del dramaturgo Antonio Buero Vallejo. Madrid. 2023.
El pasado mes de octubre visite en la Biblioteca Regional de Madrid la exposición, <Buero será su obra>, como bien han titulado, Mariano de Paco y Virtudes Serrano, expertos en la vida y la obra de Antonio Buero Vallejo con las propias palabras del insigne dramaturgo en 1979: "Cuando Buero deje de existir ya no quedará más que su obra y Buero será su obra". El cartel de la exposición muestra una escena de El tragaluz. Agradezco mucho a Carlos Buero, hijo del dramaturgo, que me haya hecho llegar el libro de la exposición. Carlos Buero escribe sobre El relato de la inmersión y nos explica que el diseño de la exposición trata de convertir al visitante en un espectador que asiste al teatro: <Dentro del arte dramático, semejante reto se ha resumido bajo el concepto de participación que, en el teatro de Buero, se concretaría en la identificación psíquica y sensorial del espectador con el protagonista del drama. Buero Vallejo utiliza para ello los denominados "efectos de inmersión" un apagón nos vuelve ciegos, como Ignacio en En la ardiente oscuridad, la ausencia de sonido, sordos como Goya en El Sueño de la razón, proyecciones audiovisuales nos hacen compartir los contenidos de conciencia de los personajes de El tragaluz. Por último, su dramaturgia da un paso más allá para trascender el mero efecto y lograr una narrativa original en la que la historia al completo sucede en primera persona, como sucede en La Fundación, haciendo que la inmersión se constituya en la estructura misma del drama>. También señala que "la primera película contada en forma de relato de inmersión es Abre los ojos de Alejandro Amenábar, aunque el mérito internacional se lo llevaría El sexto sentido, de M. Night Shyamalan, estrenada años después". Una característica importante de esta exposición es la cantidad de manuscritos y cuadros originales de Antonio Buero Vallejo aportados por varias instituciones y por Carlos Buero. Espero transmitir a los lectores mi visión lo más fiel posible, con las fotos de mi cámara y con los ojos de mi alma, de la vida y la obra de Antonio Buero Vallejo. La primera galería muestra el índice del libro, textos, datos biográficos y escenas entrañables de la familia. Antonio Buero Vallejo nació el 29 de septiembre de 1916 y murió el 29 de abril de 2000 en Madrid. Verán aquí el retrato en óleo de Buero: Mi madre María del Carmen Cruz Vallejo Calvo. Su padre, Francisco, era capitán del Ejercito y profesor de Cálculo en la Academia Militar de Ingenieros de Guadalajara. Tuvo dos hermanos Francisco y Carmen.
Un aspecto decisivo de la vida de Antonio Buero Vallejo es su vocación por la pintura. Pronto destacó no sólo en casa, sino en el instituto de Guadalajara (que hoy lleva su nombre), como bien muestra Luis Iglesias Feijoo (coeditor de sus Obras Completas con Mariano de Paco) en <un hermoso volumen (Álbum de dibujos. 1925-1931. 2017), con breve y emotivo prólogo de su hijo Carlos Buero y un estudio de Pedro José Pradillo... Pero el dibujo no lo era todo para aquel artista adolescente. Además, de la plástica, su padre también lo aficionó a la lectura, al teatro y al cine>. Prosigue Iglesias Feijoo con la aparición de una <escritura creativa, en abril de 1933 la Federación Alcarreña de Estudiantes convocó un premio de cuentos. Él presentó uno titulado El único hombre y en mayo obtuvo el primer premio... Publicado por mí hace años, hoy puede verse en un hermoso folleto con prólogo de Pradillo (El único hombre, 2016)>. Y alude al relato del joven Buero que: <entra en el Museo del Prado y menciona al Greco y Las Meninas de Velázquez, definido como "maravilloso cuadro"... Todo se resume en unas palabras: "La vida es el instrumento que le sirve al hombre para hacer sus creaciones, y... cuanto más firmemente se apoye en ella, más valor e interés tendrá su obra">. Sin duda alguna Antonio Buero Vallejo tuvo aquí la intuición creadora que configuró toda su obra dramática. En 1934, estudia en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando al ser destinado a Madrid su padre Francisco, que les inculcó "la religión de la rectitud", según Mariano de Paco al comentar un texto de El tragaluz. Quiero añadir unas palabras de Buero que comenta él mismo sobre "El único hombre": <Una cosa que parecía un cuento y no era un cuento. Tenía forma narrativa, pero con diálogos y otros detalles en los que se insinuaba ya algo de mi teatro>. Una sabia combinación entreverada de teatro y de pintura. Entre sus retratos hay que mencionar el realizado en la cárcel de Conde Toreno y dedicado con afecto al poeta Miguel Hernández. Esta segunda galería muestra datos biográficos familiares, dibujos, el mecanoescrito de El único hombre y la sentencia de muerte de Buero Vallejo y su posterior conmutación por el franquismo.
La trayectoria teatral de Antonio Buero Vallejo comienza en 1948 al presentar al Premio Lope de Vega dos obras, En la ardiente oscuridad (la ceguera como metáfora de la vida humana) e Historia de una escalera (la solidaridad, la convivencia social y la búsqueda de la felicidad en la vida cotidiana de una comunidad de vecinos), ganando el galardón ésta última. En 1952, estrena La tejedora de los sueños (una versión nueva de la relación entre Penélope y Ulises que realza el papel de la mujer). En 1955, Hoy es fiesta, obra que resume bien Enrique Pajón en su obra, Buero Vallejo y el Antihéroe: <El desarrollo de un drama, Hoy es fiesta, en el transcurso de un día festivo conlleva como partida de partida la radicalidad de ver el mundo con los ojos con los que se ve en un día de fiesta, es decir, conlleva la idea de ver el mundo con los ojos del arte>. Y a continuación dice personaje de Doña Nieves: <Hay que esperar... Hay que esperar siempre... La esperanza nunca termina... Creamos en la esperanza... La esperanza es infinita>. Ya decía Buero que el meollo de la tragedia es la esperanza. El personaje de Silverio representa el drama del dolor por las cosas que no se cuenta y anidan en la conciencia hasta que un día se desvela verdad. En 1957, Las cartas boca abajo, Premio Nacional de Teatro, (la vida cotidiana del matrimonio de Juan, el eterno opositor, y Adela, la casa despechada, agotan sus proyectos vitales). Historia de una escalera y Las cartas boca abajo, fueron dos obras de Antonio Buero Vallejo representadas por mis alumnos y alumnas de Ética en los cursos 1981-82 y 1982-83 en el Instituto de Bachillerato Butarque de Leganés, como verse en otras entradas del blog y en mi tesis doctoral: Aproximación al teatro filosófico de Antonio Buero Vallejo: (https://docta.ucm.es/entities/publication/d07c9acb-8f13-4670-81a0-59bc27837610). Caimán es otra obra de Buero que adaptamos para la clase de Ética como novela radiofónica. Tal vez la idea no la dio el primer personaje (Dama) una escritora que aparece con una grabadora en la mano y que quiere "relatar la historia del caimán: una historia increíble y cierta".
No en vano decía Antonio Buero Vallejo: <el teatro es, quizá, nuestro más poderoso espejo antropológico>. Y no hay antropología sin ética. En 1964, escribe La doble historia del doctor Valmy que, censurada por el franquismo por denunciar la tortura a muchos detenidos, fue estrenada en 1968 en el Gateway Theatre de Chester en Inglaterra. En 1967, escribe Mito, un libreto para ópera cuya música no se llegó a componer, es una recreación de Don Quijote. Buero decía que: <Unamuno fue, y todos los saben, un poco el Don Quijote de nuestro tiempo, el Don Quijote literario de nuestro tiempo. Y nos es muy conveniente a nosotros, españoles, recordar de vez en cuando que el gran libro del cual dependemos todos se llama Don Quijote de la Mancha>. Nos permitimos esta cita por nuestra página, aunque no está en el exposición. Les mostramos unas imágenes de estas obras claves y algunos de sus manuscritos.
El teatro histórico es medular en la dramaturgia de Antonio Buero Vallejo. En 1958, estrena su primer drama histórico, Un soñador por pueblo, obra dedicada A la memoria luminosa de DON ANTONIO MACHADO, que soñó una España joven. Ambientada en 1766 en el reinado de Carlos III, retrata a la perfección la situación que vivimos en España de odios y desquiciamiento colectivo como muestra un diálogo entre el Marqués de la Ensenada y el Marqués de Esquilache; por eso dice Buero en uno de los paneles: "Escribir teatro histórico es reinventar la historia sin destruirla". Creo que con una diáfana voluntad de aprender de los errores de nuestra propia historia. En 1960, estrena en el Teatro Español, Las Meninas, cuadro maravilloso ya aludido en su visita al Museo del Prado como adolescente, obra dedicada a Velázquez: "Desde entonces este pintor constituyó mí secreta preocupación". Hay unas bellas palabras que Buero Vallejo pone en boca del personaje de Velázquez: "Un cuadro de pobres seres salvados por la luz… He llegado a sospechar que la forma misma de Dios, si alguna tiene, sería la luz… Ella me cura de todas las insanias del mundo. De pronto, veo… y me invade la paz”. Un espléndido retrato de la España del Siglo de Oro que incluye una crítica al reinado de Felipe IV por la pobreza y el hambre del pueblo.
En 1962, El concierto de San Ovidio, una denuncia de la injusticia de la explotación del hombre en la época de Revolución Francesa, a la vez que suscita la solidaridad con la orquesta de ciegos utilizados vilmente por un manipulador egoísta como es el personaje de Valindín. Contestado por David, uno de los ciegos que se rebela contra él, un baluarte de la dignidad que descubre el engaño y la mentira. En 1986, se repuso esta obra en el Teatro Español y se celebró un Seminario Internacional sobre El concierto de San Ovidio y el teatro de Antonio Buero Vallejo con una exposición sobre la obra de Buero, actos a los que tuve el privilegio de asistir, grabar en cinta magnetofónica alguna de sus ponencias (como la Pedro Laín Entralgo, La esperanza en el teatro de Buero Vallejo) y lo más importante: escuché hablar en persona a don Antonio Buero Vallejo. Una huella indeleble en mi persona, algo que me inspiró confianza para enviarle un artículo en el que le citaba, un pequeño librito Optar por el Sur (Instituto Mounier), y mi libro El teatro educa, y me respondió amablemente con una carta y dos tarjetas que guardo como oro en paño.
En 1969, escribe El sueño de la razón (fantasía), dedicada: A VICENTE SOTO, que me instó a escribir esta obra, diciéndome: "Yo creo que Goya oía a los gatos". Un amigo del alma de Buero como refleja el libro: <Antonio Buero Vallejo y Vicente Soto. Las cartas boca arriba. Correspondencia (1954-2000). El sueño de la razón, obra retenida cinco meses por la censura franquista, es un homenaje a otro de los grandes pintores de la cultura española: Francisco de Goya. La obra se inicia con el diálogo de un noble con Fernando VII, el Deseado, que no marcha, como prometió, por la senda constitucional, el muy cínico restaura el absolutismo en la llamada “Década Ominosa”. Se desarrolla al final del trienio constitucional en 1823 con la ejecución del coronel Riego, líder del Levantamiento. Por último, en 1978, publica La detonación. Un homenaje al genio y figura de Mariano José de Larra, hay una frase que Buero que actúa como hilo conductor de la obra: <La libertad es nuestra única dignidad>. Además, Buero dice que Larra es uno de esos periodistas que escriben como "plumas valientes". La obra se desarrolla en el siglo XIX y Larra representa esa crítica a la burocracia y a la pereza humana como analiza en su famoso artículo "Vuelva usted mañana". El verdadero quid filosófico de la identidad de la persona está en esta obra, Buero pone a Larra –al despedirse de su amante- frente al espejo: “Y éste ¿Quién es? No lo sé. Ahora comprendo que también es una máscara. Dentro de un minuto la arrancaré… y moriré sin conocer el rostro que esconde…si es que hay algún rostro. Quizá no hay ninguno. Quizá sólo hay máscaras”>. Esta galería muestra manuscritos e imágenes de estas obras.
Estas obras históricas de Buero Vallejo escenifican la vida misma, como dicen Mariano de Paco y Virtudes Serrano: <En el fondo de ellas se encuentra el tema que organiza toda su obra: la búsqueda de lo auténtico y el descubrimiento de la mentira; intención que lo guía desde el principio, presentar a las víctimas de la injusticia y la represión; y la preocupación que motiva su tragedia esperanzada, la necesidad de que en el futuro se superen los males del presente, que son los del pasado, como lo expresa a través de los tres tiempos de El tragaluz (1967)>. En las imágenes verán a Buero y a José Osuna que dirigió la obra en 1957 (todo un éxito de público en el Teatro Bellas Artes con 517 representaciones). En 1997, Manuel Canseco dirigió esta obra y en el librito de la exposición escribe un emotivo artículo: Mi trabajo con Buero. En él hace un espléndido análisis de El tragaluz, más allá de las huellas de la Guerra Civil que deja en esta familia, la figura del padre, plantea un cuestión central: <Lo importante en la obra -escribe Manuel Canseco- viene cuando Mario haced referencia a las preguntas del Padre: "¿Quién es este?", ¡Y aquel?, y subraya" ¿No te parece una pregunta tremenda?" Aquí se muestra claramente la preocupación de Buero por el individuo, por la persona, y su creencia de quien sea capaz de hacerse esta pregunta no puede estar loco>. Prosigue: <Del enfrentamiento entre las dos formas de entender la vida (la de Vicente y la de Mario) llega a su punto máximo... en suma, para exaltar la solidaridad>. Canseco alude a "función reflexiva" de los "investigadores" que aparecen en la obra, como el coro de una tragedia: <En este aspecto Buero entronca con Cervantes, del que reconoce que bebe. Y lo digo porque para mí Cervantes es autor de una de las grandes tragedias de la literatura dramática: La Numancia, en la que el papel de los coros está desempeñado por los personajes alegóricos: El Duero, La fama, la Guerra>. Manuel Canseco relata la gran sensibilidad de Antonio Buero Vallejo: <Mostrada a lo largo de sus conversaciones y con un hecho que me sorprendió: cerca del final de este mismo ensayo, una fila detrás de mí, oí unos sollozos que suponía de una sobrina de Buero, que también trabajaba en la obra, pero cual sería mi sorpresa cuando me enteré de que provenían del propio autor, emocionado con los personajes creados por él mismo>. No hay palabras, juzguen los lectores por sí mismos.
En 1974, estrena en Teatro Fígaro de Madrid, La Fundación, otra de las obras más importantes de Antonio Buero Vallejo. Para M. de Paco y V. Serrano esta obra que es: <Uno de los textos dramáticos más conseguidos del teatro español del siglo XX, entrelaza Buero los problemas individuales del personaje, los de una sociedad sumergida en la dictadura y los existenciales de la propia condición de nuestras vidas, hábilmente conectados con tradición de Cervantes y Calderón>. Esta obra analizada con detalle en mi tesis me recuerda a un grupo de alumnos del Instituto de Bachillerato Butarque de Leganés (3º de BUP), en clase de Ética, que "definieron" <la libertad como la capacidad de elegir cada persona su propia cárcel>. No podrían nunca imaginar que tan genial intuición era una de las claves simbólicas de Buero Vallejo en La Fundación. Por cierto, en la mañana del 19 de octubre de 2023, cuando visité la exposición, había una joven monitora explicándoles de maravilla la vida y la obra de Buero a un grupo de personas mayores. Entre las obras, también destacan M. de Paco y V. Serrano la actitud crítica de Buero y su investigación estética la obra Jueces en la noche: <Texto formalmente muy complejo, estrenado en momentos difíciles desde el punto de vista social y político, que aborda el desajuste sufrido por individuos y grupos durante la transición, que concedía un lugar a los que estuvieron desterrados o condenados por disidentes, y, a la vez, permitía la permanencia de quienes pertenecieron al régimen pasado y no se resignaban a perder sus privilegios>. Y cito una lúcida conclusión de ambos expertos: <El hombre, tratado como susceptible de transformación y mejora moral, capaz de salir victorioso de sus más intrincados laberintos, es el centro de la dramaturgia de Buero Vallejo>. Selecciono las imágenes más significativas para los lectores.
En este último reportaje recordemos su última obra, Misión al pueblo desierto, y con ella a la profesora de Estética de la UCM, Ana María Leyra, mi directora de tesis que, junto a su marido Enrique Pajón Mecloy, me animaron a estudiar la obra de Buero, pues les unía una gran amistad con él. Esta obra se estrenó en 1999 en el Teatro Español de Madrid. Ana María Leyra en su artículo, La salvación por el arte en el teatro de Antonio Buero Vallejo, de su obra De Cervantes a Dalí, nos dice que: <Más que de testamento estético-literario se debería hablar entonces de coherencia, de afirmación en el camino elegido a lo largo de toda su vida para el teatro, de la última muestra de su "escritura" en cuanto el compromiso de su autor con su época>. Yo creo que Buero en Misión al pueblo desierto guarda una secreta esperanza en la reconciliación de los españoles mediante el arte (fue miembro de la Junta de protección del Patrimonio Artístico durante la Guerra Civil e hizo carteles pidiendo respeto para las obras de arte, incluido el arte religioso), no en vano los revolucionarios buscan un cuadro de El Greco. Así habla el personaje de Lola: <Me gustaría que quienes escuchasen o leyesen mañana este texto me imaginasen ideándolo y a punto... de llorar. Como si estuviesen en un teatro y fuese yo una actriz, si a tanto había llegado la impresión de la lectura. Pero soy una verdadera persona>. Frase Clave: ser una verdadera persona.
Hay acontecimiento muy triste en la familia de Antonio Buero Vallejo y es la muerte de su hijo Enrique, a él le dedicó un Monólogo personal, y la obra Lázaro en su laberinto, estrenada en 1986 en el Teatro Maravillas de Madrid, con esta afectuosas palabras: <A la memoria de mi Enrique Buero Rodríguez, joven actor que nos dejó a sus 24 años. Para que se le recuerde, al menos, mientras se recuerde esta obra en la que quizá habría trabajado. Con amor>. Ese mismo día se le concede a Antonio Buero Vallejo el Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes, por primera vez otorgado a un dramaturgo. Premio el Espectador y la Crítica. Buero ingresó en la Real Academia de la Lengua Española en 1972 con un excelente discurso: <García Lorca ante el esperpento>.
Para acabar cito las acertadas del artículo, Antonio Buero Vallejo, maestro y amigo, de Paloma Pedrero: <El discípulo elige al maestro a través del descubrimiento y la pasión por su obra. Esta es, desde mi punto de vista, la forma en la que Buero ha ejercido su magisterio: pariendo obras magníficas y lanzándolas a los libros y a a los escenarios... Porque Buero tiene una obra que habla por sí misma y que no necesita de explicaciones ni propias ni ajenas para iluminar, para ser conocida como magistral por los de su clase, por sus colegas. Creo, sinceramente, que estos, los de verdadera condición de poetas dramáticos, no dudan en afirmar que Buero es un maestro, afirmación rotunda que nace del conocimiento de este arte, del respeto al mismo, de la propia fortaleza y humildad>. Espero que, con esta última galería de imágenes, puedan acercarse un poco más a la lúcida vida y obra de Antonio Buero Vallejo. Al menos lo he intentado de todo corazón, en recuerdo y agradecimiento diré que nunca olvidaré la tarde que estuve su casa hablando con su afable esposa Victoria Rodríguez que, con motivo de entregarle un ejemplar de mi tesis, me acercó a su obra, me enseñó su biblioteca y me regaló varios libros. Al contarle mis experiencias didácticas con el teatro en las clases de Ética, me dijo con toda la naturalidad del mundo: <La ética se aprende con la vida>. Gracias.
José María Callejas Berdonés. Profesor Emérito de Filosofía de Instituto.
Galería de obras y estudios sobre Antonio Buero Vallejo.
Comments