Educadores para un mundo solidario (1). La educación ambiental para la paz y la solidaridad: mi
Desde el principio de mi trayectoria, como persona y educador, la solidaridad fue una inquietud, un sueño y una esperanza para construir un mundo más justo y solidario. Las raíces de mi esperanza nacieron en mi familia y en el escultismo (el espíritu de servicio que llamábamos en el Movimiento Scout Católico). A la experiencia de vida al aire libre le dediqué una entrada del blog (La naturaleza educa). "Todo está entrelazado", la naturaleza y el hombre. Mi experiencia dio un salto cualitativo al conocer -siendo yo profesor de Ciencias Sociales (2ª etapa de EGB) y Filosofía en el Colegio Sistema (Madrid)- a varios profesionales de ASELCA y ASITEMA (asociaciones que nacieron para proteger el medio ambiente), Emilio Carretero Alba y Jaime Lleó de la Viña, que organizaron las <Primeras Jornadas Científico-Humanistas sobre la Calidad de la Vida en el proceso de humanización>. Uno de mis objetivos era impulsar la educación ambiental. La Conferencia de Estocolmo (1972) fue decisiva para comprender el concepto de desarrollo sostenible: “Los objetivos son darle una cara humana a los temas ambientales, motivar que las personas se conviertan en agentes activos del desarrollo sostenible y equitativo, promover el papel fundamental de las comunidades en el cambio de actitud hacia temas ambientales, y fomentar la cooperación, la cual garantizará que todas las naciones y personas disfruten de un futuro más prospero y seguro.” El punto de partida de la educación ambiental era: La carta del Jefe Seattle (1855) al presidente de EEUU.
En la década de los ochenta, con el espíritu de concordia de la democracia, vivimos una época de entusiasmo en la renovación pedagógica del Sistema Educativo que inició el gobierno de Adolfo Suárez de la UCD con la LOECE (1980), y consolidó la LODE (1985) y la LOGSE (1990) del PSOE de Felipe González. El temario de Ética (BUP) se amplió (entre 1980 y 1990) y apareció la educación para la paz y la solidaridad. Un hito fue la creación, en 1983, de la Coordinadora de Organizaciones No-Gubernamentales para el Desarrollo, ONGD, integrada por Ayuda en Acción, Cáritas, IEPALA, Intermón, Justicia y Paz, Manos Unidas-Campaña contra el Hambre. Medicus Mundi, Movimiento 0,7%, UNICEF y Cruz Roja. Su primer objetivo, era la acción directa para la Ayuda, promoción, desarrollo y liberación de los pueblos del Tercer Mundo (primer mundo, Europa y EEUU; segundo mundo, Unión Soviética (URSS) y países del Este. El Tercer Mundo, los países no alienados en la Guerra Fría, se unieron en la Conferencia de Bandung (1955). El segundo objetivo, dentro de España, era la sensibilización, concienciación, educación y movilización para la Cooperación y el Desarrollo. Así nació la Educación para el Desarrollo, expresión que nunca me gustó, prefería Educación para la Solidaridad. En 1986 se proclama la Declaración de Salzburgo: “Sobre ajuste y crecimiento con desarrollo humano”. Mención especial, merece a mi juicio, el compromiso en la lucha contra el hambre en el mundo -además de Manos Unidas-, el Movimiento Cultural Cristiano, yo tuve el privilegio de conocer a Julián Gómez del Castillo, persona ejemplar en el compromiso cristiano con los pobres de la Tierra. Esa utopía de lucha contra la pandemia del hambre es en mi vida una constante.
El Llamamiento de Madrid (1988) proclamado por la Conferencia Norte-Sur (en el ámbito de la cooperación internacional se llamaba Diálogo Norte-Sur, fue un acicate para mí y organicé en el Colegio de Doctores y Licenciados de Madrid -con la ayuda inestimable de la profesora Ana Muñiz del Colegio Loreto- el I Seminario de Educación para el Desarrollo, bajo el lema Educadores para un mundo solidario. De este modo abríamos un horizonte de innovación educativa entre docentes y Organizaciones No Gubernamentales para el Desarrollo (ONGD). Pedimos un mensaje de apoyo al Rey Juan Carlos I, quien tuvo la cortesía de enviarlo para animar al profesorado en la ardua tarea de la cooperación con los pueblos subdesarrollados. El Seminario fue un éxito inesperado -gracias también al buen hacer del secretario del CDL, Roberto Salmerón, catedrático de Geografía e Historia del IES Carlos Bousoño de Majadahonda-, y se tuvo que celebrar en el salón de actos del Colegio Mayor Nuestra Señora del Pino en Madrid en el mes de octubre de 1989. Así impulsamos la ilusión y la esperanza en la educación para la paz y la solidaridad. El II Seminario de Educación para el Desarrollo, lo organicé con uno de los mejores especialistas de este ámbito pedagógico en España, mi entrañable amigo de esos años, Pedro Sáez Ortega, profesor de Geografía e Historia del Instituto de Bachillerato <Hortaleza> de Madrid. Yo era Director del Instituto (y profesor de Filosofía) del Instituto de Bachillerato Alcorcón VI.
El Instituto de Bachillerato Alcorcón VI, el 17 de mayo de 1991, celebró su nueva denominación: <Ignacio Ellacuría>. El acto, que tuve el honor de presidir, fue organizado por toda la comunidad educativa como reflejan las imágenes, contó con la presencia de distintas personalidades, por un lado, la familia y amigos de Ellacuría, Juan Antonio Ellacuría su hermano y su esposa, Carmen Castro, esposa del filósofo X. Zubiri, Ignacio Ellacuría era su discípulo predilecto; Fernando Álvarez de Miranda, primer presidente del Congreso de los Diputados de la Democracia instaurada por Constitución de 1978; Adolfo Navarro, Director Provincial de Educación y Antonio Blanch SJ, amigo de Ellacuría y director de la Revista Reseña, que pronunció la conferencia: <Ignacio Ellacuría, un filósofo comprometido con el pueblo>. Toda una referencia para los educadores que, todavía, creemos que la utopía de hacer un mundo más justo y solidario. Como decía Adolfo Navarro: <En la filosofía de la educación progresista, la escuela debe transformar los valores para transformar la sociedad. Espero y deseo que los alumnos del I.B. Ignacio Ellacuría tengan en él un ejemplo de valores para la comunidad escolar>. Y, no sólo para la comunidad escolar, sino para la vida, y en esa esperanza seguimos creyendo como exigencia de justicia que brota de la Fe. En la Revista del Instituto, Nº1, La voz del mudo, se incluye un monográfico con todas las intervenciones y participantes en el acto.
La década de los noventa fue decisiva para la educación para el desarrollo "versus" educación para la solidaridad, dado el auge las Organizaciones No Gubernamentales para el Desarrollo que aportaron su experiencia directa con las personas y comunidades de los países del Tercer Mundo (denominados subdesarrollados, hoy decimos empobrecidos), en todos los ámbitos con sus proyectos en educación, sanidad, alimentación, etcétera. Las ONGD producían materiales didácticos, p.e., Intermón tenía la "maleta pedagógica" para cada curso académico orientada a las necesidades de cooperación más urgentes, educación de la mujer, explotación infantil, niños soldados, con un enfoque interdisciplinar para trabajar en todas las áreas del currículum tanto de Infantil, EGB, ESO y Bachillerato. Los encuentros entre docentes y cursos de formación del profesorado proliferaron por toda España, las Escuelas de Verano de Acción Educativa eran de las más dinámicas. La edición de libros de textos con nuevos contenidos y la creatividad del profesorado en todos los niveles fue ejemplar. Ecologismo, pacifismo, feminismo y Movimiento 0,7% movilizaron a la juventud. La metodología de las clases se basaba en visionar vídeos, documentos de trabajo de testimonios de personas que trabajaban en proyectos solidarios, hacer debates y trabajos en equipo sobre diferentes ámbitos y trabajos individuales de reflexión crítica personal, ilustrados con imágenes, artículos de prensa, películas y documentales.
Les invito a leer la excelente entrevista del profesor Félix Duque al filósofo K. O. Apel sobre la ética tras la caída del Muro de Berlín (9-noviembre-1989). Descargar y ampliar.
Vean el vídeo de Manos Unidas de 1990: <NORTE-SUR: EL MURO QUE NO CAE>.