<Sinfonía salvaje>. Frederikc A. De Armas. Editorial Verbum. Madrid. 2019.
De nuevo, como lo prometido es deuda, comentamos, <Sinfonía salvaje>, la novela de Frederick De Armas. Cuando compartí la lectura colectiva del Quijote en Twitter (#Cervantes2018) con el catedrático de Literatura y cervantista de la Universidad de Chicago, Frederick A. De Armas, hicieron referencia a su novela: <El abra del Yumurí>, obra basada en un manuscrito de Ana Galdós. Antes de la recensión de <Sinfonía salvaje>, diré unas palabras sobre ésta -la primera novela que leí de Frederick De Armas- que encandila al lector desde su entrañable prólogo: un bello recuerdo de su madre Ana Galdós. La novela está muy bien escrita con un ameno lenguaje narrativo -me recuerda a Azorín- que describe, magistralmente, las formas de vida de la burguesía de La Habana en la Cuba previa a la revolución castrista en 1958. Personajes de ensueño (como Carolina) y una misteriosa trama policíaca (el asesino del pañuelo de seda y su cómplice el Tiburón) enganchan nuestra imaginación. Don Quijote y Sancho, aparecen cuando uno menos se lo espera, junto a otros clásicos de la literatura y la mitología grecolatina intercalados acertadamente a través de la historia de la pintura (que tiene que ver con su título), la poesía o la ciencia. Me encantó esta perla: <Todos somos novelistas porque todos tenemos una historia, la historia de nuestra vida>. Sobre <El abra del Yumurí> recomiendo el bellísimo ensayo de Yoandy Cabrera; (denominado así por el propio Frederick De Armas). Para quien profundizar en ambas novelas ver los enlaces: Medieval Siglo de Oro y Casa Museo Pérez Galdós.
La novela <Sinfonía salvaje>, como indica el título, me sugiere un relato que consigue un equilibrio entre la razón melódica del personaje de Carolina y el instinto salvaje como alegoría de personajes imbricados en la revolución de barbudos y misteriosos licántropos que invaden, con utopías y leyendas ancestrales, la bella Isla de Cuba en 1959. Pincha en la imagen para ver la presentación en la Casa de América de Madrid y aquí de la Editorial Verbum.
Con motivo de la presentación de <Sinfonía salvaje> tuve el honor de conocer al afable profesor Frederick De Armas. (Mi motivación principal sobre el lugar en el que se desarrolla la novela, La Habana, y las gentes de aquella época, no es otra que una persona llena de humanidad que nació en allí y tuve la dicha de conocer, mi suegro: Don Francisco Díaz González, catedrático de Patología General de la Facultad de Medicina de Cádiz y Director del Instituto de Medicina Interna Gregorio Marañón de Madrid). En esta segunda novela cubana, Frederick De Armas, en el prefacio se pregunta sobre lo que sentiría y escribiría su madre, Ana Galdós (descendiente de la familia del escritor que encarna el personaje de Carolina) de la revolución castrista que le tocó vivir en los años 50. Ahora bien, el autor se pregunta: <¿Es lo que se cuenta en esta obra verdad, o una gran mentira?>, la respuesta la tendrá el lector. En el prólogo nos presenta a su amigo de la infancia Salazar Pérez-Stable que trae un manuscrito a Frederick De Armas que se convierte en hilo conductor del argumento. Salazar "marginado" en las notas a pie de página es un original recurso narrativo y una excelente guía para que el lector no pierda ninguna clave de la <Sinfonía salvaje>; junto a los artículos de Carolina, la protagonista principal, en el Diario de la Marina. El autor busca el <justo medio> entre, lo racional de Carolina con <personajes abiertos y amables> y lo irracional de Salazar con <personajes lúgubres, mendaces y embusteros> en la Cuba mestiza atenazada por la violencia revolucionaria de Fidel Castro.
Un texto de Alejo Carpentier inicia el primer capítulo (todos están flanqueados de escritores universales), <La casa de las columnas>, de Enriqueta Guzmán del Castillo, el 6 de diciembre de 1958, en el barrio de Miramar donde habitan las familias de la alta sociedad de La Habana Vieja. Carolina repasa los personajes y sus infidelidades amorosas; quiere que la revolución rechace la violencia y abra el diálogo en una Cuba de todos. Acude a casa del siniestro anticuario Lamerens quien le muestra un cuadro de Rafael: San Jorge y el dragón... Aparece el Tiburón de Matanzas, cómplice del anticuario y recuerdan el suceso del que se salvó Carolina. Tremendo, que diría un cubano, es el episodio de la imagen de la Virgen de la Leche que asombró a Lamerens y aterrorizó a Enriqueta. La decapitación de San Juan Bautista de Caravaggio encierra otro misterio. Entran en escena las canasteras, Clotilde, Clara y Rosa en el Caimán barbudo, al hilo del anticuario y Las hilanderas de Velázquez. No queda capítulo sin metáfora de la historia de la pintura. La chusma intransigente, las malas noticias y <los largos discursos de los barbudos la alteraban> a Carolina Vivez: <Sus breves artículos periodísticos que demandaban la razón, el justo medio y la pausada deliberación, se iban a pique. Las orgías bastistianas los habían permitido como algo que adornaba con picante sátira del mundo de la alta sociedad cubana>. Felicia, hermana de Domingo Ruiz, policía protector de Carolina, la Condesa de Chirinola, el Havana Hilton (ocupado por los revolucionarios) son otros personajes de la Cuba de Castro. <La Revolución cubana tiene que abrir todas las vías de la cultura>. Así como el Country Club de Chiquito, Rafa y Alex que hablan de la paloma de Fidel Castro y el símbolo de la Revolución. Un repaso de la canción y la cocina cubana de la época se entreveran en un ritmo narrativo que despide un aroma costumbrista galdosiano.
Carolina, fatigada por la entrevista del policía Mario Vargas en la que cerró el expediente 666 -por orden política- a Lamerens por intentar asesinarla, y como le recrimina ella si el presunto asesino no está protegido por los barbudos revolucionarios, Pasado ese trago, se pregunta: <¿Por qué no pasarse el día deleitándose con la lectura? Muy animada, caminó a la estantería de libros>. Ella quiso escribir unas Memorias de una joven de buena familia, pero repasa su biblioteca con clásicos de la literatura (Sartre, Camus -L' Estranger-, Alejo Carpentier, Carmen Laforet, Trafalgar de Benito Pérez Galdós, Víctor Hugo -Notre Dame-, de Walter Scott -The pirate-, entre otras. <¿Y por qué contrastar el poema de Hugo con el de espronceda en un futuro artículo?>, muchos proyectos para sus artículos del Diario de la Marina.
También se valora la importancia social del cine en los EEUU, y hablan del cine de la época (Deborah Kerr, Marylin Monroe, Rita Hayward, Doris Day y Rock Hudson, p.e., en su famosa película Pillow Talk; o el mítico director Hitchcock) nos dibuja una panorama de las costumbres y valores de la gente. El modelo de cine americano de Hollywood no gusta a la cúpula de la Revolución y se aparta de él para formar una institución de cine cubano independiente. Hay una alusión a la película Nazarín de Luis Buñuel para <ver lo que queda de galdosiano en el filme>. Carolina le dice a Odette la joven vietnamita: <Sabes que hoy día La Habana tiene más cines que New York y París, que es la ciudad del mundo con más teatros de cine?>. Carolina quería escribir sobre el Camino de Santiago de Compostela le vino a la mente el camino de Santiago de Cuba a La Habana. otro encuentro angustioso con el siniestro Lamerens le hace llegar al límite de sus fuerzas, pero consigue hacerse con un globo de cristal que guardaba con celo el anticuario asesino: un candil llamado Noctis, que le dice: ¡soy de vidrio! (En nota a pie de página se dice que es una burda invención de Salazar y, como diría Cervantes, por no ser del lugar).
Se entrevera la historia del abanico de María Antonieta y la Revolución Francesa. Se forma la Sociedad Secreta de Cazadores de Licántropos y se habla de la historia del hombre lobo (que se asociacia a los barbudos revolucionarios). Entre la santería y las leyendas de Haití de las que habla Alejo Carpentier aparece el licántropo, y trae a colación al manco de Lepanto: <Ya Cervantes había ubicado en Noruega la guarida principal de estas bestias sin alma>. Y Plinio decía que en la Arcadia: <Había un género de gente que dejaba sus ropas y se internaba tierra adentro, al son de sinfonías salvajes, y allí vivía con sus iguales, en forma de lobo, por nuevo años, por nueve sinfonías>. Luego viene la película Phantom of the Rue Morgue en el teatro Trianón y vuelve "Noctis" con Las tristezas de Ovidio. Y Calderón, con La vida es sueño. ¿Las reuniones de Lunes de la Revolución vuelan en la sombra de la violencia? No podíamos ignorar la referencia implícita a la escritora cubana y Premio Cervantes 1992, Dulce María Lyonaz, de la que dice la Condesa a Carolina: <Y también me dicen (las canasteras) que se ha encerrado en su casa como yo y que no quiere salir hasta que cambien las cosas>. También se nombra al escritor cubano Guillermo Cabrera Infante, todos vienen a colación en el marco de la revolución castrista.
Con todo esto invito al lector a leer la emocionante novela, entre otras cosas, porque no se imagina lo que pasará en la fiesta de los piratas y en el fin de fiesta de la sinfonía salvaje, y a disfrutar de los ecos cervantinos que siempre deja la escritura de Frederick de Armas.