<La genealogía en cuestión: cuerpos, textos y reproducción en el Quijote de Cervantes>. Clea Gerber.
Esta obra ha sido galardonada con el Cuarto Premio de Investigación Cervantina <José María de Casasayas> (2017), convocado por el Ayuntamiento de Argamasilla de Alba, la Asociación de Cervantistas, la Universidad Castilla-La Mancha, la Junta de Comunidades y la Diputación de Ciudad Real. Ni que decir tiene que, una vez leída la obra, su autora, Clea Gerber, docente de la cátedra de Literatura Española II (Siglo de Oro) en la Universidad de Buenos Aires, y de Literatura Española y de Estudios de la Literatura Medieval, Renacentista y Barroca en la Universidad Nacional de General Sarmiento, muestra ser una cervantista de primera categoría. Y no sólo por el original enfoque de la investigación, sino por su brillante y documentada exposición de la "familia textual" del Quijote de Miguel de Cervantes. Más allá de El Quijote, la obra trasluce un elenco de valores que cada lector o lectora podrán descubrir en su lectura. Cuando apareció el libro prometí a la autora (en la lectura colectiva del Quijote en Twitter, #Cervantes2018), una recensión que ofrezco en esta síntesis personal.
En su introducción Clea Gerber parte del prólogo de 1605 en el que aparece el símil que, a lo largo de la obra, "vincula reproducción biológica y actividad creativa" al llamar Cervantes a su libro "hijo del entendimiento". De ahí el título: <La genealogía en cuestión: cuerpos, textos y reproducción en el Quijote de Cervantes>. Así lo explica: <Ante esto, el símil de la reproducción humana permitirá a Cervantes un doble movimiento. Por un lado, facilita el lenguaje con el cual aludir a la tensión entre tradición e innovación que supone toda nueva existencia (en tanto lo heredado y lo nuevo se conjugan necesariamente en su singularidad, ya sea humana o literaria). Por el otro, el antropomorfismo que supone la referencia frecuente a los libros como cuerpos, o a las continuaciones literarias en términos de "familias" de padres e hijos, cobra un relieve mayor en una novela como el Quijote, donde no en vano el personaje y el libro al que da nombre se confunden voluntariamente en muchos pasajes>.
Clea Gerber da importancia al análisis de la "metamorfosis identitaria" del protagonista: <En su Introducción al Quijote Riley señalaba la tendencia de Cervantes a confundir la persona de su héroe y el texto del que forma parte, y extraía de ello la conclusión de que "para el autor, el personaje central sobresalía de entre los demás aspectos de la obra".(...) Prosigue Clea Gerber: <Cabe apuntar aún otro corolario importante, a nuestro juicio, de esa recurrente "confusión" entre una y otra instancia: la de contribuir a dar forma humana a un proyecto literario. En efecto, a partir de esta mixtura entre personaje y texto no sólo se difuminan los límites entre ficción y realidad, o historia y poesía (cuestión trabajada por demás en el Quijote), sino también la linde entre cuerpo humano y cuerpo textual, acercándonos de este modo a los lectores el prodigio de un "libro vivo", parafraseando la conocida frase de Santa Teresa>.
La autora se pregunta: <¿Qué significa, en este contexto, la conocida afirmación cervantina de un autor que es <padrastro> y no <padre> de don Quijote?>. Luego recorre la "familia" textual del Quijote, "un corpus idóneo", tanto el de 1605 como el de 1615, deteniéndose en 1614 en el <hijo espurio> que representa el volumen de Avellaneda>.
Esa conexión de los tres libros es esencial para la profesora Clea Gerber:<Es por ello que nos detenemos en el análisis de la Segunda Parte de Avellaneda a fin de mostrar cómo su trabajo sobre el universo simbólico de la paternidad y la herencia difiere por completo del cervantino, brindando un indicio más de la particular significación que este posee en la obra de Cervantes>. En la lectura colectiva del Quijote de #Cervantes2018 en Twitter, uno de los personajes más comentados fue Sancho Panza, un descubrimiento para todos los que participamos, por su papel decisivo en El Quijote. A continuación, hubo una lectura del Quijote de #Avellaneda2018 en la que algunos tuiteros estaban desencantados con el falso Sancho avellanado.
Todo ello en el contexto histórico-filosófico del Siglo de Oro en el que se transformaba la idea de paternidad, ya que la genealogía y la limpieza de sangre eran el telón de fondo de la época, pues todo el mundo quería ser "cristiano viejo": el estatus social privilegiado. Clea Gerber hace una crítica de las ideas de Juan Huarte de San Juan en su obra, Examen de ingenios para las ciencias: <Lo que hace particularmente destacable la argumentación de Huarte sobre la inferioridad de la mujer respecto de los otros escritores contemporáneos es su pretensión de basarse estrictamente en principios de filosofía natural>. La cuestión del matrimonio tradicional es sometido a crítica a la luz de la defensa de la mujer -como persona- que hace Cervantes en diversos pasajes de su obra, en la que su conducta supone un "desvío del orden de la naturaleza", como en la historia de Grisóstomo y Marcela.
En la obra de Clea Gerber es revelador el prólogo de Cervantes del Quijote de 1605: todo un programa narrativo que se enriquecerá, paradójicamente, con el acicate del Quijote apócrifo de Avellaneda, en la segunda parte del Quijote de Cervantes en 1615. El prólogo como "paratexto", me sugiere al Cervantes dramaturgo que hace algo similar con las "acotaciones" de la obra de teatro tan decisivas en la representación, como en la Numancia. El diálogo de Cervantes con su amigo imaginario en el prólogo es un "guiño" al lector para que se implique, desde el principio, activamente con su libre albedrío a lo largo y ancho del libro: para que se transforme en la lectura. El corpus de la investigación está <constituido por tres Quijotes> como unidad estructural, además, busca "contar una historia, a saber, la de la construcción de la familia textual del Quijote (una "novela familiar" quijotesca)". Para Clea Gerber hay que leer el prólogo de 1605 <teniendo en cuenta que el Quijote es un texto que hace de la parodia un mecanismo privilegiado>, y la noción de transformación se describe: <bajo la forma de un peculiar parto. Explorar el uso que se le da a esta imagen a fin de plasmar un programa de lectura del Quijote, será nuestro propósito>.
<En efecto -prosigue la profesora Clea Gerber-, la alusión más clara al fenómeno de la transformación se halla en el soneto atribuido a Gandalín, escudero de Amadís de Gaula. En él leemos un elogio a Sancho Panza que culmina aseverando: "que a sólo tú nuestro español Ovidio/con buzcorona te hacer reverencia". Por supuesto, llama la atención que el autor sea identificado con "nuestro español Ovidio", ante lo cual la mayoría de los críticos acuerda en señalar que la razón de tal apelativo sería la base de haber hecho del rústico Sancho un perfecto escudero, o, más generalmente, haber fraguado las diversas "metamorfosis" que se narran en el texto>. Tesis que, por cierto, coincide con la H. Romero Flores, autor de la <Biografía de Sancho Panza. Filósofo de la sensatez>, obra a la que dedicamos una entrada de nuestro blog en octubre pasado. Sobre la transformación, continúa C. Gerber: <cabe esgrimir la hipótesis de que lo que Cervantes fundamentalmente incorpora la "sensibilidad metamórfica" propia de su época es el trabajo con los libros como cuerpos que se transforman, y, por supuesto, que transforman a sus lectores>. Creo que esta es una de las razones del éxito universal de la obra de Cervantes: quien lee El Quijote se transforma como persona.
<Así pues, llegamos -prosigue Clea Gerber- de este modo a la última clave que el aparato prologal nos deja en los umbrales del texto: este programa narrativo, que es también un programa vital -y a ello contribuye la permanente confusión entre vida y literatura que se da al mezclar las figuras de autor, libro y personaje- comporta un signo transformador que resulta, por sobre todas las cosas, eminentemente humano.(...) En este contexto debe entenderse el singular parto colocado en el umbral del mismo, donde el desvío en relación con "orden de la naturaleza" apunta a poner en libertad la potencia transformadora del artificio humano>. Una cuestión decisiva es la influencia de la melancolía, en el prólogo de 1605 leemos: <procurad también que, leyendo vuestra historia, el melancólico se mueva a risa>; Clea Gerber analiza la tradición de Aristóteles-Hipócrates-Galeno respecto a la melancolía -un estado de ánimo diría yo, y "el ánimo" es clave en Cervantes- del pueblo que, según el Tesoro de Covarrubias, se consideraba una enfermedad y una "pasión ordinaria". <En efecto, la voluntad de ofrecer un entretenimiento para la melancolía general que cunde en la España aurisecular en crisis es uno de los propósitos del texto, por lo que la melancolía se presenta como un factor clave en la creación de las dos partes del libro>. Y lo mismo hace con la locura del Quijote como eje central de la novela.
Clea Gerber va describiendo, por orden de gestación en la ficción literaria, los "partos de la imaginación": <En el Quijote cervantino, entonces, las imágenes de gestación se utilizarán con frecuencia para aludir no sólo a la generación de textos escritos, en la estela del parto del prólogo, sino a la actividad de la imaginación en general: así, por ejemplo, en la segunda parte de 1615, don Quijote responderá a la insinuación de la duquesa de que Dulcinea es "dama fantástica" diciendo "ni yo engendré ni parí a mi señora" (II, 32), y se nos explicará que Sancho pensaba usar los consejos de su amo para "salir por ellos a buen parto de la preñez de su gobierno" (II,43). Y más adelante, habla del poder de la palabra escrita en las lindes de la vida y la muerte (alude a la fórmula de Quevedo: "escuchar con los ojos a los muertos"), escribe: <Esta idea reviste especial importancia en el contexto de la llamada "era de la imprenta", donde la confianza del primer humanismo en los poderes formativos del lbro para la vida humana se resuelve en auténtica celebración de las posibilidades contenidas en la biblioteca>. Idea vigente, ya que hoy mantenemos ese ideal formativo del libro digital o impreso en el ámbito de la "era de internet" mediante las bibliotecas digitales, sin renunciar a la biblioteca clásica. Todo un reto para nuestro tiempo tan necesitado de lecturas que nos transformen en ser mejores personas.
Hacemos hincapié, en su análisis de la primera parte del Quijote, en un aspecto social de la España de Cervantes en el marco de la Contrarreforma, pues la Inquisición quería "extirpar herejías", y él "extirpar" los malos libros: <La metáfora genealógica permite así conectar cuerpos humanos y cuerpos de libros y vincular a partir de ello el texto con su extratexto, siguiendo un eje que comienza con el prólogo y atraviesa significativamente dos lugares estratégicos del cuerpo textual de 1605: el episodio del escrutinio, umbral entre una y otra salida del protagonista, y el "corte" entre la primera y segunda parte del libro, que da cuenta de la gestación del volumen que contiene su historia. Si el autor prologal se presentaba como carente, impotente, marginal y estéril, en los capítulos 8-9 todo ello en clave política, ya que la figura oximorónica de Cide Hamete Benengeli, ese imposible histórico que propone un "historiador arábigo y manchego", señala hacia los marginados del sistema, impotentes por prohibiciones reales, carentes por despojo, estériles porque se pretende borrar su progenie, literalmente hacerlos desaparecer del territorio nacional y, aún más, desterrar su memoria>. Trae a colación Clea Gerber el Tratado acerca de los moriscos en España de Pedro de Valencia, y la expulsión de los moriscos en 1609.
Después Clea Gerber analiza el hilo poético (Égloga III de Garcilaso de la Vega), de los capítulos 11-14 en la Sierra Morena, Grisóstomo, Cardenio (el Roto) y don Quijote. Me ha encantado la meditación poética de la Canción desesperada de Grisóstomo, ya que, en mis clases de ética, mi enfoque de Marcela se centraba como ejemplo de autonomía moral de la mujer como persona. Al hablar del simbolismo de muerte y resurrección escribe: <En este sentido, nos parece importante remarcar que el entierro del pastor ocurre luego de que don Quijote "inaugure" esta secuencia pastoril con su famoso discurso de la Edad de Oro, cuyo núcleo central es ciertamente el concepto de resurrección>. Hace referencia al locus de la escritura de la Canción desesperada, y cita el trabajo de la profesora Julia D'Onofrio, "En altos riscos y profundos huecos. La escritura en lugares ásperos: Grisóstomo, Cardenio y don Quijote". En honor a la verdad, he de agradecer a estas dos profesoras cervantistas lo mucho que he aprendido con sus comentarios en la lectura colectiva del Quijote en Twitter #Cervantes2018.
En el capítulo IV llegamos al polémico Quijote de Avellaneda que comienza indicando que la clave de la estética cervantina, en la mayoría de los críticos, es la contraposición de ambos autores al comparar sus distintos Quijotes. Hace referencia a Menéndez Pidal en su artículo "Un aspecto en la elaboración del Quijote", en el que <consideraba que Avellaneda había de funcionar como "piedra de toque" para poner de relieve lo "específico" del Quijote de Cervantes>. Para la profesora Clea Gerber: <El estudio del Quijote de 1615 nos mostrará al mismo tiempo hasta qué punto, en el caso particular que nos ocupa, estudiar a Avellaneda se vuelve central para comprender plenamente el sentido de las estrategias cervantinas, y en particular el reacomodamiento que estas experimentan tras la emergencia de la continuación de 1614>. La autora prefiere denominar al Quijote de Avellaneda con la noción "continuación alógrafa" mejor que el término "apócrifo" que es equívoco, y cita su acepción clásica del Tesoro de la Lengua Castellana de Sebastián de Covarrubias. Después de leer con detenimiento el capítulo hay que reconocer que está muy bien documentado y su argumentación mejor fundamentada, lo cual no es óbice para decirlo en mi caso, que no he leído ni pienso leer el Quijote de Avellaneda, por la sencilla razón de que no quiero entrar en la ceremonia de la confusión que tanto indignó a Cervantes. Me quedo con la lectura del auténtico Quijote de Miguel de Cervantes.
En este capítulo Clea Gerber hace un espléndido repaso de la crítica literaria del Quijote de Avellaneda, de su contenido y sus posibles autores. Un ejemplo significativo: <Así, Stephen Gilman, en su Cervantes y Avellaneda: estudio de una imitación (1951) sostiene que la continuación apócrifa es producto de una enorme antipatía hacia "la ideología subyacente en el Quijote de 1615, de sensibilidad patentemente afín al Renacimiento", por lo que concluye que el desconocido autor ha elaborado un "Anti-Quijote" y supone, en concreto, que se trataba de una figura eclesiástica: "Quizá dominico y seguramente eclesiástico y representante activo de la Contrarreforma">. Una observación personal de una cita del capítulo 2 del Quijote de Avellaneda, en el diálogo entre don Quijote y don Álvaro Tarfe, éste habla de dos cartas ridículas a Dulcinea y cae en la cuenta de lo que es don Quijote, para Clea Gerber se enfatiza <lo que es> don Quijote ¿un loco?, <y en el capítulo siguiente se afirma que <el cura le contó todo lo que don Quijote era>. Creo que la afirmación de <lo que es> no es cervantina, pues don Quijote no es una cosa, es una persona y la pregunta sería ¿quién es?, diferencia ontológica fundamental que distingue a Cervantes de Avellaneda, sea quién sea. La profesora Clea Gerber confirma mi intuición del prólogo de Avellaneda: <Hay que señalar que la estrategia implica también la atenuación del valor individual del texto cervantino -y su protagonista- como algo radicalmente original que se hacía en el prólogo de 1605 (recordemos sus pensamientos "nunca imaginados de otro alguno")>.
Por último, destacamos otra clave interpretativa de Clea Gerber: <La palabra -sobre todo la palabra escrita- ocupa en 1605 un rol central en la generación de transformaciones que cuestionan la inmovilismo social, tal como lo exhibe el caso del protagonista, pero también el del autor prologal, que emprende desde el margen la gestación de un ejemplar único en su género. En particular, la imbricación entre cuerpos y textos en el Quijote de Cervantes, que aparece desde el prólogo e informa toda la novela, se encuentra íntimamente ligada a un elemento crucial de la estética cervantina, y que se debilita notoriamente en la secuela: la metaficción. Cabe pensar pues, dado que Avellaneda demuestra ser un lector nada ingenuo de la Primera parte cervantina, que el hecho de que elija quitar ese elemento de continuación da cuenta en gran medida de que se trata del principal procedimiento desestabilizador del Quijote de 1605, aquel que sostiene todos los otros>.
En el capítulo V. De 1605 1 1615: la construcción de una familia textual, escribe: <Uno de los primeros rasgos que llama la atención del prólogo cervantino al Quijote de 1615 es que este no se enfoca en el volumen que presenta y del cual constituye un umbral, sino en otro libro. Si bien ello podría explicarse por el hecho de que lo que se ofrece es una secuela, e implicaría traer a colación en principio el libro de 1605, la atención se centra en cambio, casi exclusivamente, en la Segunda parte del Quijote publicada en 1614 por Avellaneda. Todos y cada uno de los dichos del prefacio son dirigidos hacia el continuador o aparecen motivados explícitamente por la necesidad de afirmarse ante él, por lo que este volumen, y más propiamente su autor, se convierten en los verdaderos protagonistas del prólogo>. La elocuente explicación de la profesora Clea Gerber tiene su broche de oro al hablar de los agravios a Cervantes del prólogo del apócrifo (vejez, minusvalía y envidia), y de insinuar ideas de delito y pecado, por lo que la polémica con Avellaneda adquiere aquí un tono tan personal que la crítica ha comparado los dos prólogos de Cervantes, el de 1605 más ficcional, y el de 1615 más personal, y concluye Clea Gerber: <Creemos sin embargo que la respuesta ofrecida al continuador también se halla imbuida de ficción, por más que la alusión a la manquedad como marca personal del soldado de Lepanto apunte a introducir la figuración bien concreta de Cervantes>.
Otro mérito de Clea Gerber es desvelar que: <La clave de la ficcionalización la brinda en este caso el vínculo con el lector, a quien se hace intervenir como otro personaje más, suponiendo incluso que este podría llegar a conocer al espurio continuador>. Efectivamente: ¡el lector es un personaje más! ¡Un actor más de la representación teatral del Quijote! Sale el Cervantes dramaturgo a escena e invita al lector a participar libremente, activamente en la obra. El teatro no es sólo exterior, sino teatro interior: persona adentro. Más adelante insiste: <Si recordamos el modo en que el "padrastro" de 1605 ofrecía el Quijote al "desocupado lector", no es difícil comprender que la ofensa y el robo de los que ha sido objeto el lector de la secuela alógrafa tienen que ver con la subestimación de su libre albedrío, ante el ofrecimiento de un texto que propone, como hemos visto a propósito del libro de Avellaneda, un cauce dirigista de lectura (cf, cap. IV). Le ha "quitado", pues su libertad lectora y ha aplastado, con ese libro rígido y muerto, al compañero vital que Cervantes había ofrecido en cambio al lector de 1605 para que hiciera él su propio recorrido>. Bien podríamos aplicar al Quijote de Cervantes la frase del dramaturgo Antonio Buero Vallejo: “el teatro es, quizá, nuestro más poderoso espejo antropológico”.
Viene como anillo al dedo el texto de Clea Gerber: <En este sentido, el espejo resulta el emblema adecuado para caracterizar el problema central con el que han de lidiar el personaje y el texto de 1615, problema que no será ya el de la producción (de un caballero, de un prólogo, de un texto), como en 1605, sino el de la reproducción. Imposible no traer a colación aquí la memorable frase de Borges arrojada al inicio del cuento: ·Tlön, Uqbar, Orbis, Tertius": "los espejos y la cópula son abominables, porque multiplican el número de los hombres". Más adelante cita otro texto clave del filósofo Michel Foucault sobre don Quijote en su obra, Las palabras y las cosas, de la que resume su última frase de aquel: <Entre la primera y la segunda parte de la novela, en el intersticio de esos dos volúmenes y por solo su poder, don Quijote ha tomado la realidad>.
Para acabar, otro ejemplo significativo de la profesora Clea Gerber, sin olvidar sus lindas reflexiones sobre la poesía en casa de Don Diego de Miranda o las confidencias nocturnas de la gallarda Altisidora, es el primo humanista: <Se ha escrito mucho sobre el primo humanista, curioso personaje sin nombre que acompaña a don Quijote y Sancho a lo largo de varios capítulos de la segunda parte y desempeñará el importante rol de guiar a los protagonistas a la cueva de Montesinos, episodio central en 1615>. (...) Y cita a Américo Castro: <Leer o haber leído, escribir o estar escribiendo son tareas de muchos de los personajes que pueblan la páginas del Quijote, tareas sin las cuales no existirían algunos de ellos. La palabra sugiere y sostiene el proceso de la vida, o sirve de expresión a la vida; no desempeña misión decorativa o ilustradora, sino que aparece articulada con el existir mismo de los personajes>. El concepto clave de la herencia de Cervantes para Clea Gerber es: <La transformación o mutación es de hecho la gran protagonista en la secuencia de la cueva de Montesinos... Diversos críticos han puesto de relieve, el rol central que tiene en el episodio de la cueva el cambio sorprendente, la metamorfosis, la duplicación de personajes, en definitiva, la transformación en varios grados>.
La conclusión de la profesora Clea Gerber, dicho en términos del perspectivismo de Ortega, habla de una perspectiva humana, incompleta, paradójica y fallida: <Sólo desde tal perspectiva cabe entender la apuesta por la transformación que el texto de Cervantes supone>. Yo también apuesto a que la lectura de esta obra les va a encantar y, sin duda, a transformar no sólo su visión del Quijote, sino de su vida misma como personas.